Reñidero frente al barrio Misky Mayu, en La Banda |
“Así como hay unos cuantos poderosos dueños de criaderos, algunos muy famosos y renombrados, se cuentan por miles quienes crían uno o dos en sus casas”
Como le digo una cosa, le digo otra. En esta misma página he dicho varias veces que estoy de acuerdo con la legalización de las riñas de gallos en las provincias que todavía no tomaron esta determinación, principalmente porque se trata de una actividad tan extendida, que prohibirla podría ser más peligroso, pues surgiría una mafia para ampararla. Y también por el incomparable amor que sienten y demuestran los galleros hacia sus animales, el celo que muestran en su cuidado y las incomodidades a que se someten a veces para criarlos.Las soluciones a los grandes problemas no suelen ser soluciones igualmente extraordinarias sino, por ahí, pequeños pasos para obtener un recurso que empiece favoreciendo, en primer lugar, a unos pocos. Los grandes planes empiezan con pequeños pasos, enderezando asuntos en apariencia sencillos pero que encierran en sí mismos, una gran complejidad.Los gallos, al menos en las provincias del norte, fomentan la pobreza. Así como hay unos cuantos poderosos dueños de criaderos, algunos muy famosos y renombrados, se cuentan por miles quienes crían uno o dos en sus casas. Todas sus gallinas suelen ser de riña con la esperanza de sacar un buen pollo que les entregue sus beneficios, un domingo de estos, en el reñidero.Las escuálidas gallinas y pollos llamados “finos”, tienen muy poco alimento que ofrecer y sus huevos son más pequeños. Pero ningún gallero de ley, se animará a criar gallinas llamadas pavonas, por una cuestión cultural más que nada. Mucho menos las de “doble propósito”, variedad lograda genéticamente por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria que son ideales para la producción de huevos y carne.
Las gallinas de la casa, que andan sueltas a su alrededor, necesitan muy poco alimento para mantenerse. Apenas un puñado de maíz para cada una y luego se las rebuscarán hurgando en la bosta de animales vacunos y yeguarizos o tispiarán bichitos y gusanos que van hallando durante el día. Dicen los que saben, que es por eso que son más sabrosas estas gallinas, también llamadas aqueras, justamente porque están acostumbradas a comer aca, nombre de la mierda, en las quichuistas provincias del norte.
Las gallinas aqueras tienen, ya se dijo, más proteína y producen huevos más grandes que las de riña, aunque no son tan buenas madres, una vez cluecas es como que no sienten tanto la obligación de empollar. Por esa razón, a los hombres de campo generalmente no les gustan, y también porque, son animales que al darse cuenta de que van a perder una pelea, disparan para cualquier parte, algo imperdonable en un buen gallo de riña que, herido, sangrante, quizás ciego y con el pico partido, seguirá tirando con sus púas en un ataque despiadado, feroz, desesperado, con total desprecio por la propia vida.
Si algún gobierno se decidiera a romper con la costumbre de la cría de gallos de riña, quizás debería comenzar convenciendo a las mujeres. Decirles que deben criar pavonas no solamente por su bien, sino también por el de sus hijos. Pasa, que muchas veces los hombres no se dedican a las riñas, pero igual tienen esas gallinas por una cuestión de prestigio. En los pueblos chicos, muchas veces se ríen del que no cría gallinas finas, como que es menos hombre, no solamente porque sus animales no darán crías para la pelea, sino porque los ven como maricones, dominados por la señora.
Los pollos y gallinas de riña, una vez desplumados entregan algo más de carne que una paloma bumbuna, insuficiente, a todas luces, para alimentar a una familia. Un pollo doble propósito del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, en cambio, dará de comer al padre, la madre y tres o cuatro hijos, en un guiso bien provisto de arroz, fideos, lentejas, polenta o porotos.
Como dije, no se trata de terminar con la riña de gallos, noble actividad que se practicaba en el oriente lejano siglos antes de la llegada de Nuestro Señor Jesucristo, sino de hacer que la gente tome conciencia de que, con la misma cantidad de maíz para sus gallinas, podría dar de comer algo más a sus hijos. Las gallinas pavonas no solucionarán el hambre del norte, pero podrían ayudar a que muchos se alimenten mejor.
La cuestión es convencer a uno primero, a otro después y el siguiente la semana que viene, en una tarea de docencia ciudadana que será mucho más efectiva que cualquier prohibición que pretenda acabar “manu militari”, con las riñas de gallos.
©Juan Manuel Aragón
Concuerdo con tu posición y con tu propuesta. Una típica actitud de funcionario público improvisado es recurrir a la fácil solución de prohibir prácticas establecidas por responder der a reclamos de grupos activistas que si no ven sus demandas atendidas te condenan a los mil infiernos. El problema es que con esas medidas implementadas sin tener en cuenta el el contexto y el entorno, generan lo que se conoce como "necesidades insatisfechas", que terminan forzando a los i teresados a violar normas o repercuten negativamente en otros aspectos creando problemas peores.
ResponderEliminarEstas decisiones deben siempre analizar el contexto social y anticipar las repercusiones negativas que pudieran tener, para actuar de manera integral proponiendo soluciones y medidas alternativas válidas, como lo que sugieres en la nota, para que sean efectivas y den los resultados esperados.
Pero creo que es mucho pedir de parte de fun ionarios que general.ente su único logro en su currículum es cuantos votos juntó para su candidato en las últimas elecciones.
Mi perro, el Guapo, le cazaba y le mataba las gallinas a mi vecina, doña Teresa. Si habremos discutido, yo en defensa de mi perrito sicario y ella, protegiendo sus gallinas. Cosas de la vida y gallineros de vecindario.
ResponderEliminarUu
ResponderEliminarTarde han piao, y esto viene como anillo al dedo, las peleas de gallos estuvieron siempre prohibidas, y la norma nunca se pudo concretar; al final el extinto Darío Moreno hizo sancionar una ley que las permitía; en el Sur de la Pcia. se veían pocos gallos de riñas; de todos modos es utópico creer que suprimiendo la cría de esta raza aviar se suprimira la pobreza.
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