Estatua en el parque Aguirre |
Algunas veces la plática se desvía para otros asuntos y al rato está olvidado el tema anterior pero esta vez continuaba
Sobre la palabra “trasiego” los muchachos discutieron toda una noche de asado y vino tinto, sólo porque querían saber qué quería decir exactamente. El debate se armó justo antes de que el dueño de casa encendiera el fuego para el asado. Uno dijo que creía que venía de algo relacionado con la cosecha, con segar la mies, pero después aclaró que no estaba muy seguro y que bien podría significar otra cosa. “Capaz que le pego en el palo”, dudó.Otro recordó que había leído un escrito que se llamaba “El trasiego emocional de Blanca Irurzum”, firmado por Lisandro Gayoso, pero no se acordaba bien. “Ahá ¿y de ahí?”, le preguntaron. “Nada, que puede ser un aporte para la conversación, ya que estamos hablando del significado de una palabra poner un ejemplo de cómo ha sido usada”. Pero no quedaba nada en claro.Otro quiso hacer una contribución y señaló que no la había oído nunca, pero que le parecía, por el sonido, que tenía algo que ver con motores. “Me parece que tal vez venga de algo de los aviones, pero ya les digo, nunca antes la había oído”. Los demás lo miraron como dando a entender que lo creían medio tonto y descartaron la idea sin ningún comentario.Algunas veces la plática se desvía para otros asuntos y al rato está olvidado el tema anterior pero esta vez continuaba. Uno que recién llegaba y al que le avisaron de qué se trataba, dijo que, para él, “así, a ojo de buen cubero, viene de algo que está atrás”. Le preguntaron atrás de qué. “Detrás de todo, el trasiego debe ser el poder tras el trono”, arriesgó mientras vaciaba la botella.
Estaba bien, podía ser, pero no concordaba con el “Trasiego emocional”, el título del escrito que habían recordado. ¿Una escritora bandeña, la autora de “Los ojos de los niños”, metida en algo que fuera el poder detrás del trono? Imposible, debía significar otra cosa.
Hubo, por supuesto, como siempre, uno que para hacerse el gracioso que dijo que significaba “detrás de un ciego”, y hubiera seguido argumentando, pero los demás lo miraron serios. Cuando hablábamos de asuntos graves, nunca permitíamos la chanza barata, el chiste grueso, la chocarrería de ocasión.
En un determinado momento el dueño de casa se fue para adentro a buscar unos diarios para limpiar la parrilla. Y no faltó el que pegó el grito: “¡Traé un diccionario así nos sacamos la duda!”. Pero lo atajamos entre todos. Y pegamos el grito: “¡Nooo!, no traigas el mataburros”.
Preguntó por qué.
Y no viejo, con diccionario cualquiera sabe.
©Juan Manuel Aragón
Arroyo Chujchala, Las Termas, 19 de octubre del 2022
Lo mismo que con plata , cualquiera es pícaro.
ResponderEliminar