Diccionarios viejos |
Según esta nota los diccionarios son una forma de salvar el alma de las acechanzas de la ignorancia moderna
¿Hay belleza en los diccionarios?, averiguan los amigos, preocupados cuando pasan algunas semanas y no me hallan por ninguna parte. Les respondo por supuesto que sí, y a veces es mucho más frecuente hallarla entre los viejos vocabularios que en otras obras de la inteligencia humana. Pero, además la hermosura vive dondequiera que se busque y si el libro ha sido bien encarado, otorga maravillosas satisfacciones y momentos de placer a quienes lo hojean con ansias de aprender.La moderna pedagogía los descarta por rígidos, altaneros, absolutos, sostiene que llevan una pose de maestro Siruela que no corresponde con las urgencias del mundo moderno. Para convencer de sus argumentos preguntan a quién le importa, en una escuela de pedagogía actual que entre ´trajear´ y ´trajinar´ quepan ´trajín´, ´trajinado´, ´trajinador´ y ´trajinante´.En otras palabras, ¿ayudará el diccionario a buscar el último reggaetón en mi telefonito celular?, ¿se puede comprar una pizza con la aplicación “Mataburro”?, ¿cómo se llama la tercera esposa del cantante de moda? Es posible que no, ¿entonces para qué buscar palabras, perdiendo el tiempo en forma lastimosa?
Sin embargo, uno insiste en que el mundo será salvado por los libros o no zafa de la Parusía ni a palos. Y lo consulta para averiguar asuntos que no tiene muy claros. Si bien no ayuda a ganar plata ni fama ni honores ni hacerse de mujeres ni conseguir silla en un restaurante, tiene la virtud de desasnar la mente y mantener las neuronas en funcionamiento (sí, ya sé, a nadie le importa seguir pensando, pero no me interrumpa y déjeme terminar la idea al menos).
La duda que me anduvo carcomiendo el cerebro, el cerebelo, el bulbo raquídeo en los últimos días es sobre un signo interesante y poco tenido en cuenta; la equis. No pienso en el número de teléfono de la cervecería como una incógnita a resolver o sobre los mejores fondos para sacarme una selfie, esos asuntos que para usted son muy importante, me importan un reverendo pepino y disculpe que se lo diga así.
Sólo quiero saber qué dice el diccionario sobre la equis.
Vamos a por él, dijo el gallego. Con la doble vé o uve doble son las únicas que no se escriben con su propia letra. En los números romanos vale 10, pero si tiene una raya encima es diez mil. En ciertos casos, cuando está escrita en cursiva, significa mil. En el cómputo eclesiástico es la abreviatura de domingo, por eso se llama letra dominical. En álgebra designa una incógnita o una de las incógnitas; algo parecido sucede en la filosofía porque así se dice a una idea que se busca, de un término desconocido.
La x es la marca de las monedas acuñadas en Amiens, según la Enciclopedia o en Aix, según el diccionario de Trévoux, también consultado en esta ocasión. Es también un signo monetario que se observa en muchas medallas de familias romanas y a veces en las imperiales. Para los paleógrafos, en los antiguos manuscritos, escrita en el margen es una nota crítica, significa una expresión que no se usa.
Usted preguntará amigo, luego de este breve y pobre repaso: “Ahora que lo sabes, explicame en qué te hace mejor saber estos floripondios”. Responderé que no lo sé, que es algo que viene quizás de algún gen perdido en la sangre de los antepasados.
Si usted no tiene estas dudas, perdone que le diga, pero debe ser porque está muy satisfecho con lo que sabe o aprendió. Si es de los que cree que cualquier incógnita de su vida la solucionará su telefonito móvil, entonces estamos sintonizando canales muy diferentes, porque para mí los aparatitos son una verdadera y total perdición, construidos con maldad para ser instrumentos del Diablo y llevarnos al Infierno.
Cuando me piden: “Che, actualízate”, siempre digo lo mismo. De niño me enamoré de la vieja, querida y nunca bien ponderada herramienta que entregaban las maestras, la lectura, y no la dejaré solamente porque un japonés venga a proponerme que todas mis preguntas existenciales se las haga a un utensilio no mejor que un tenedor, una carretilla, la pava eléctrica, el repasador.
Báh, digo, cuando usted deba clasificarme entre la diversa categoría de orates que habitan esta provincia, si no sabe dónde colocar mi locura, para que todos entiendan, ponga una equis.
©Juan Manuel Aragón
La Equis está discriminada por la inteligencia " artificial " . Para muchos no importa pensar sino existir . Sabrán pronunciar Descartes ( Decar) aunque leen la cultura del descarte
ResponderEliminarSeñora herramienta que ayudó en mi aprendizaje de niño. Mis Padres nos enseñaron a recurrir al diccionario cada vez que escuchaba una palabra nueva.
ResponderEliminarHoy muchos, la absoluta mayoría no entienden lo que leen y casi no leen.
Cuando escuchan un término nuevo, quedan en la nada, y eso que con el SmartPhone pueden acceder a buena parte del conocimiento de la humanidad, pero no saben ni buscar.
Son polvo en el viento los tontos.
Tenía varios diccionarios en casa pero cada hijo que se iba se llevaba uno ( además de sábanas y toallas). Me quede huérfana de diccionarios y googlee no es lo mismo, tengo que comprar uno, deben estar carísimos
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