Ícono burgués del siglo XXI |
Reflexiones al galope sobre algunas taras del mundo moderno que los viejos se niegan a aceptar como normales
En la lejana antigüedad se pasaba de niño a adulto cuando a) cumplías doce años, b) terminabas la escuela primaria o c) te salían pelitos en partes que antes nunca. Lo que sucediera primero, por supuesto. Ahora se es recién nacido, bebé, bebote, niño, chico, prepúber, púber, post-púber, pre-adolescente, adolescente, adolescente propiamente dicho, post-adolescente y a los 35, con suerte, se llega a joven. Luego viene el tiempo de jugar en la categoría sub 40, de ahí se pasa a la sub 45. Y a los 45 años se vuelve a los pantalones cortos y los zoquetes (sí, gente grande anda de zoquete), para salir cualquier sábado a la noche al boliche, con los amigos, la novia, la señora, los hijos o todos juntos. A los 50, todavía los animadores, animadoras y animadoros de la televisión los tratan de "chicos" y a los 60 la pastillita azul los vuelve a la adolescencia, ¡pum!, como si nunca hubieran salido de ahí. A los 70 recién llegan a ser "adultos mayores" o alguien de la “tercera edad” (de tres años). Digamos que han dado toda una voltereta para regresar al jardín de infantes. Si llegan a morir a los 80 o más, dicen: "Pero si era un pibe".El mundo de la modernidad cree que todo es cuestión de palabras y se arregla con sujeto, predicado y verbo. Antiguamente matar era matar, una acción que en sí misma no es mala, sólo depende de qué es lo que se quiere liquidar y para qué. Para comer una vaca se la mataba. Para rendir a un enemigo de la patria se lo mataba. Para vencer el hastío del tiempo se lo mataba. Para librarse de una cucaracha se la mataba. Es un verbo fácil de aprender, se conjuga igual que amar, yo mato, tú matas, él mata, ellas interrumpen voluntariamente el embarazo, ¡epa! Matar chicos, justamente la edad que todos quieren tener, vaya paradoja, no es matar, se llama interrupción voluntaria del embarazo.Muchos sostienen que, una vez comenzadas las guerras, sirven para que los países proveedores de armas, las prueben en un contexto real y concreto en batallas hechas y derechas, no en un aséptico campo de pruebas. Como si don Samuel Colt o el señor Sherman estuvieran esperando un buen conflicto entre países ricos, para ofrecer a ambos el último revólver, el avión más rápido, la bomba más efectiva, el cañón más poderoso, la ametralladora más letal, el tanque más resistente, la mina más artera. Los malpensados de siempre dicen que en realidad los fabricantes de armas fomentan los desencuentros entre países para vender sus productos. Tal vez sea así, tal vez no. Lo cierto es que el descubrimiento de nuevos métodos para matar chicos incentivó a sus fabricantes a llevarlos a todo el mundo. Cosa de no perderse un negocio magnífico. Por el momento —pero sólo por el momento— está prohibido ahorcarlos con una cuerda cuando ya han nacido. El día que produzcan una soga resistente, ideal para matarlos rápidamente, si es negocio, será bueno, legal, lícito y deseable ahorcarlos. Además, será un magnífico ejercicio de la libertad individual, por la que el mundo moderno lucha a capa y espada. ¿Usted no cree que vaya a suceder?, guarde este escrito unos pocos años y verá.
Vuelta al principio. Los que evitan ser adultos mayores o “jóvenes de la tercera”, son gente molestita. Les gusta decirle pan al pan, vino al vino, asesino al asesino y fin de semana al fin de semana en vez del tarúpido “finde”. Huyen de los apologistas de los animales pues sospechan que, por defenderlos tienen la cabeza repleta de piojos y liendres. Temen a los veganos, capaces de matarse, literalmente, sólo por demostrar que comiendo porquerías vivirán mejor. Se carcajean de los rebeldes comunistas de internet, pobres burgueses que no saben enfrentar sin culpa las comodidades de su vida (y el porrito). Se burlan de los admiradores del Che Guevara porque les pasó el tiempo de largarse al monte, escopeta al hombro, a liquidar policías y ahora viven conformes con ponerse una camiseta con su cara estampada, cuál ícono pop de la revolución del pobrerío.
Uf. Hasta aquí llego.
Siga usted.
©Juan Manuel Aragón
Brillante síntesis, Juan Manuel. Hay que seguir tratando de que las nuevas generaciones se informen en vez de adoctrinarse.
ResponderEliminarLamentablemente eso es muy difícil con familias deshilachadas, padres ya adoctrinamiento y cada vez más personas que prefieren casarse con el perro, la tortuga o el loro, en vez de formar una familia sólida con muchos hijos.
Control de natalidad ¿no se llama? Se llamó llamaba así y también se llamaba guerra en los libros de historia, economía y bla bla bla
ResponderEliminarNo
Eliminarnosotres les progres no estamos de acuerdo con estos escritxs odiadores, negacionistes, machist@s y misojines, nes reimos porque al final vames a ganer
ResponderEliminarEl amor siempre venció... Al odio
ResponderEliminarQuien es la mina más artera ? La que deja al dorima ?
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