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La pareja de Protectores |
Todos recuerdan a quien nombró los Protectores Ilustres de la provincia y por qué les llegó ese título
Todos recuerdan al figurón aquel de tiempos idos, cuando entró en la Casa de Gobierno, pisando fuerte, enarbolando la distinción de Ciudadano Benemérito que le había otorgado la Cámara de Diputados. Ese día, la Vieja no lo agarró a carterazos, de pura casualidad, como acostumbraba con aquellos sotretas. Cuentan las malas lenguas que se lo sacaron de las manos porque si no, lo iba a matar, cómo se le ocurría hacer que se lo den a su Carlos en segundo lugar, quién era él para decidirlo. Ahí fue cuando se le ocurrió lo de Protectores Ilustres que, todos lo supimos en Santiago fue para tapar la metida de pata anterior.Ah, usted no lo sabía, por eso se lo contamos de nuevo. Resulta que la Cámara de Diputados de aquel entonces quiso agasajar al Gobernador que debía controlar, con un título que lo hiciera quedar bien ante la posteridad. Algo rimbombante, ostentoso, con mucho aparato. Y se les ocurrió nombrarlo Ciudadano Benemérito.En ese endemientras entró a tallar otro diputado, que le planteó al Chupamedias Mayor del Reino, que por qué no homenajear con el mismo título a un médico que tenía sobrados méritos para ser también nombrado como Benemérito. Mataban dos pájaros de un tiro, premiaban al Doctor —de pie para nombrarlo— y callaban a la oposición, porque el prestigio del otro era totalmente indiscutible.
Para colmo de males hicieron redactar las distinciones con la misma mano, para que ninguno tuviera más preponderancia. Aunque todos sabían que aquella pantomima era para darle el gusto al Doctor, que tanto había venido haciendo mucho por los santiagueños sin que se lo reconocieran como se debía. Según ellos, claro.
Estaban terminados los proyectos y el entonces Chupamedias Mayor del Reino se fue a verlo al para mostrarle los papeles. Estaba todo muy bien, perfecto. Se quedaron conversando en el despacho y llamaron a un secretario para que devuelva los papeles al despacho del Chupamedias. En el camino el secretario los lee. Y se aviva, pone encima el del Médico y debajo el del Doctor, endemientras piensa: “Si pasa, pasa”.
En un régimen militar, igual que en el peronismo, las órdenes no se discuten, se acatan. Otro empleado diría luego que levantó los papeles sin leerlos y los llevó en ese orden, a la sesión, quién era él para cambiarlos de lugar.
Entonces ocurre la desgracia.
Primero lo hacen Ciudadano Benemérito, distinguido por la "Cruz de Santiago Apóstol" al Médico y, en segundo lugar, oiga bien, en segundo lugar, al Doctor. Cuando les dieron la orden, los diputados levantaron la mano, quiénes eran ellos para cuestionar nada.
La que se armó.
El Doctor jamás fue a recibir su título, nadie hizo amague de entregárselo.
Dicen que Ella, o sea La-que-Le-Dije, pegaba saltos de un metro de altura, del odio que tenía. A Chupamedias, entonces, se le ocurrió, para salvar la situación, lo de “Protectores Ilustres”. Y desde entonces y para siempre la provincia quedó consagrada al Doctor y a la Señora —de pie para nombrarlos— cuya sombra aletea por los barrios más humildes de todas las ciudades de esta tierra a la que tanto debieron.
Uno de estos días habría que averiguar cómo le dicen a Chupamedias en inglés. ¿Será socking drink, como calculan en broma los alumnos del Anglo?, quién sabe.
¿En quichua sabrá haber una palabra?
Juan Manuel Aragón
A 27 de septiembre del 2024, en la Rosadita. Cortando el césped.
Ramírez de Velasco®
Ulises no era.
ResponderEliminarPor eso el pueblo tiene tan alto nivel de vida: Por los que viven recibiendo del mismo pueblo, sueldos enormes y otros beneficios, para ocuparse de asuntos tan importantes. Vivimos en democracia, así dicen los jefes y hay que acatar.
ResponderEliminarPara ese tipo de expresiones no aplican las traducciones literales.
ResponderEliminarAqui es bootlicker o ass-kisser. Los hay en todos los gobiernos del mundo.....algunos van a Santiago a sacar su doctorado.
Todo fué para nada...
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