Francisco en su último Te Deum de fin de año multitudinario |
El Papa celebra hoy solemne Misa en Roma
El Papa acostumbra a celebrar el 31 de diciembre el Te Deum. Hoy gran parte del mundo sostiene que es el último día del año y esta noche recibe con grandes celebraciones el año que comienza. Aunque cueste creerlo, el calendario que se usa hoy es el gregoriano, originario de Europa.
Se lo llama de esta manera porque su promotor fue el Papa Gregorio XIII, que lo promulgó con la bula Inter Gravissimas. Desde 1582, fue sustituyendo en distintos países al calendario juliano, utilizado desde tiempos de Julio César, en el año 46 antes de Cristo.
Julio César había adaptado el calendario solas egipcio, que estableció que un año duraba 365,25 días.
En 1515 se hizo un estudio para determinar la fecha exacta, pero no le llevaron mucho el apunto, en 1578, se repitieron los estudios.
Los primeros países en adoptar el calendario gregoriano fueron España y sus virreinatos en América, las Islas Filipinas, los estados de la actual Italia y Portugal, que entonces estaba bajo la Corona española, también los estados italianos que dependían de la Santa Sede en 1582. El Reino de Gran Bretaña y sus colonias americanas recién se avinieron al nuevo calendario en 1752. No les gustaba, porque era católico, nada más. Pero finalmente entraron por el aro.
Así que esta noche, cuando levante la copa para celebrar, recuerde que, sin la gloriosa cultura católica, quizás estaríamos celebrando el nuevo año de acuerdo a lo que dispuso una momia egipcia, con un error de más de tres meses respecto al día verdadero.
Más evocaciones
En España y en algunos países americanos despiden el año comiendo doce uvas, En Italia cenan lentejas para pedir un año próspero, en Japón la fiesta de fin de año dura 15 días, toman una sopa de fideos, visitan el templo budista y beben sake, en los Países Bajos comen unos dulces los kerstkransjes, en Chile, Colombia, Ecuador, Perú, Venezuela, Nicaragua, Panamá, México, Brasil, partes de la Argentina y otros países queman unos muñecos de trapo, madera o cartón, justo a la medianoche del 31.
Los católicos recuerdan a los santos Silvestre I, Papa, Donata, Paulina, Rogata, Dominanda, Serótina, Saturnina e Hilaria de Roma, Columba de Sens, Zótico de Constantinopla, Melania la Joven y Valerio Piniano, Barbaciano de Ravena, Mario de Lausanne, Juan Francisco Regis, Catalina Labouré y el beato Alano de Solminihac.
©Juan Manuel Aragón
En 1515 se hizo un estudio para determinar la fecha exacta, pero no le llevaron mucho el apunto, en 1578, se repitieron los estudios.
Los primeros países en adoptar el calendario gregoriano fueron España y sus virreinatos en América, las Islas Filipinas, los estados de la actual Italia y Portugal, que entonces estaba bajo la Corona española, también los estados italianos que dependían de la Santa Sede en 1582. El Reino de Gran Bretaña y sus colonias americanas recién se avinieron al nuevo calendario en 1752. No les gustaba, porque era católico, nada más. Pero finalmente entraron por el aro.
Así que esta noche, cuando levante la copa para celebrar, recuerde que, sin la gloriosa cultura católica, quizás estaríamos celebrando el nuevo año de acuerdo a lo que dispuso una momia egipcia, con un error de más de tres meses respecto al día verdadero.
Más evocaciones
En España y en algunos países americanos despiden el año comiendo doce uvas, En Italia cenan lentejas para pedir un año próspero, en Japón la fiesta de fin de año dura 15 días, toman una sopa de fideos, visitan el templo budista y beben sake, en los Países Bajos comen unos dulces los kerstkransjes, en Chile, Colombia, Ecuador, Perú, Venezuela, Nicaragua, Panamá, México, Brasil, partes de la Argentina y otros países queman unos muñecos de trapo, madera o cartón, justo a la medianoche del 31.
Los católicos recuerdan a los santos Silvestre I, Papa, Donata, Paulina, Rogata, Dominanda, Serótina, Saturnina e Hilaria de Roma, Columba de Sens, Zótico de Constantinopla, Melania la Joven y Valerio Piniano, Barbaciano de Ravena, Mario de Lausanne, Juan Francisco Regis, Catalina Labouré y el beato Alano de Solminihac.
©Juan Manuel Aragón
Muy interesante. Felicitaciones.
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