Lito Mengo en la parte de atrás durante la reconstrucción del crimen |
Un crimen que para muchos nunca fue resuelto del todo, y el encuentro de un periodista con quien fue sindicado como el autor de tres muertesm varios años después, contado de manera magistral
Por Alfredo Peláez
Comienzo de los 90. Verano. El calor es insoportable en la siesta santiagueña. El centro es una brasa encendida. No anda nadie. Llega "Chito" Martínez al Nuevo Diario con su pesado maletín fotográfico a cuestas. Todo sudado, camisa fuera del pantalón y desprendida hasta la mitad. "Veni Fredy, acompáñame" me dice. "Vamos hasta el bar de la Roca". "Dejá de joder Chito hace mucho calor, aquí está lindo con el aireacondicionado. Afuera no se soporta", le respondo. Insiste. Logra su cometido. Lo acompaño a la Roca y 9 de Julio. El calor hace reventar los termómetros. De la nada aparece un hombre, estatura mediana, delgado, cabeza blanca. Trato de reconocerlo... me resulta cara conocida. No lo saco. Me dice, mirándome fijamente: "En un pequeño digamos, cantero o almácigo, regaba unas plantas de lechuga, mientras una señora de impecable guardapolvo blanco me observaba. ´Que lindo seria tener una plantita de tomate´, le dije. Al día siguiente me trajo un sobre de semillas de tomate y otras hortalizas. Una gran mujer. Esa señora se llamaba Selva Ibañez de Pelaez, tu madre. Yo soy Lito Mengo".Quedé paralizado. Yo estaba recreando en las páginas del Nuevo Diario, el "Caso Mengo" un triple crimen que dividió las aguas en Santiago. Había voces a favor y en contra. Otro "Chito" pero Cáceres un inquieto chofer del diario, a mi pedido, fue, sacó el expediente de Tribunales y lo hizo fotocopiar. Allí estaba todo. Hasta las lúgubres fotos de los cadáveres.Ángel Armando Mengo el 1 de octubre de 1966 fue condenado a cadena perpetua por el triple homicidio de la familia Caelles Tribo (el matrimonio y su hijo) en la Ruta 9 en territorio santiagueño. Fue un famoso caso que llevó a Santiago a los primeros planos nacionales. La mayoría pensaba que "Lito" Mengo, un joven cordobés de 24 años se estaba inculpando de un crimen que no había cometido y creían ver en el célebre y recordado Mateo Boix, al ideólogo del sangriento caso que, si bien tuvo como epicentro Santiago, la onda expansiva también sacudió a Tucumán y Córdoba.
Juan Caelles Tribo, era un acaudalado prestamista cordobés que una vez al mes recorría el norte para cobrar las cuotas de los que le debían plata. Por lo general se trataba de fuertes sumas de dinero. Un usurero. Desde Tucumán bajaba hasta Córdoba, pasando por Santiago en su raid recaudador. Mengo, según declaró desde allí vino con el prestamista y su familia, con la idea de llegar a Córdoba. Se decía que detrás del homicidio había gente muy pesada, que le habían pagado muy bien para que se inculpara. El 7 de julio de 1972 se le conmuto la pena.
Pero vayamos a su declaración indagatoria tomada el 10 de agosto de 1966, que dice textualmente: Se hace comparecer a prestar declaración indagatoria, siendo las 15 horas, al señor Ángel Armando Mengo, argentino, viudo, comerciante, con instrucción, domiciliado en Tres Pozos de la ciudad de Río Tercero, provincia de Córdoba, nacido el 27 de mayo de 1942. Se procede a dar lectura de la declaración en el sumario practicado por la policía de Córdoba, ratificándose el deponente íntegramente del contenido de la misma, haciendo la siguiente aclaración: Que luego de cometido el hecho y ya colocados los cadáveres en la banquina, luego que pasara un automóvil ocasional que obligó al deponente a ocultarse, el dicente tomó el auto de Caelles y con él emprendió rumbo al sud unos dos o tres kilómetros, tomando luego un camino que sale hacia la izquierda por el cual se internó unos mil metros aproximadamente. Que una vez allí procedió a constatar por vez primera la cantidad de dinero que había en el portafolio de Caelles. Acto seguido y como a la altura del camino principal se veían algunas luces de vehículo creyó que habrían parado al descubrir los cadáveres, dándose cuenta el deponente de lo que había hecho. Con los proyectiles que habían quedado sin utilizar en los respectivos revólveres, pretendió suicidarse, pero a pesar de gatillar ambos, colocándose en la garganta, milagrosamente las balas fallaron. No conseguido su propósito de ultimarse, advirtió que un coche pasaba de largo por el camino principal, con lo cual el deponente volvió a subir al coche de Caelles y prosiguió viaje volviendo a la ruta con lo cual tomó el camino que va hacia el norte.
A preguntas varias que se le formulan declara: Que al salir de Tucumán de viaje junto a los Caelles , en la plaza céntrica, en horas de la mañana, había comprado en una farmacia unas pastillas tranquilizantes que cree podrían ser "Plidan". Que en la farmacia le dijeron que tome dos por día, pero el deponente hasta el momento del hecho ya había tomado seis. Dice que el dinero en efectivo que le sustrajo a Caelles no debe haber sido más de 480.000 pesos. Reitera en todo momento actuó absolutamente solo. Que abandonó el auto en Loreto y que desde allí lo trajo de vuelta hasta Tucumán un camionero.
Que en lo que respecta a la forma en que ultimó a los Caelles, el deponente no puede dar detalles con mucha precisión, pero recuerda que al pedirle al conductor que detuviera el vehículo por que se sentía algo mal, cuando el coche ya casi estaba detenido, extrajo las armas que llevaba en la cintura, disparo simultáneamente con ambas manos a quemarropa dos veces consecutivas. Que luego el deponente se aseguró la impunidad del hecho procediendo a ultimarlos. Recuerda que, en Santiago del Estero, luego de que Caelles se desocupara del negocio que tenía con su cliente Mateo Boix, prosiguió el viaje habiéndose detenido únicamente el vehículo en un kiosco para adquirir una Coca Cola y una botella de vino. Que la posición de los viajeros fue siempre la misma desde Tucumán, es decir Caelles y señora adelante y entre ambos el hijo de los nombrados; atrás el deponente al costado izquierdo o sea detrás del conductor. (Es copia fiel del expediente judicial, fojas 236/237).
Aquel reportaje exclusivo
En aquel reportaje exclusivo que le hice para el Nuevo Diario a principios de la década del 90 me contó sobre su hoy, que vivía en Tucumán, que su maravillosa esposa es santiagueña, que tiene cinco hijos divinos y que su familia es su gran tesoro. Tiene un campo de 1.000 hectáreas en Santiago, un edificio de departamentos en Tucumán y la agencia de autos: "Vivo bien, no me puedo quejar, no me falta nada, pero fui y seré un tipo humilde" me dijo. Por esa época aún vivía su padre que se dedicaba al campo familiar en Córdoba.
"Tengo muchos amigos que me entregaron su amistad sin preguntarme quien era. Hay un señor ya grande con el que siempre nos juntamos en familia y él siempre me decía: "Que tipo fenomenal que es usted". Yo le respondía, no se equivoque que hay cosas que usted no sabe de mí. Los otros días me vino a ver con el diario en la mano para preguntarme: "¿Era esto lo que tenía que saber? Mira Lito desde que te conocí para aquí, sos un tipo fenomenal" y nos largamos a llorar como chicos.
¿De Santiago que recuerdo tenés?
-Los mejores. Yo amo esta ciudad de la que nunca me fui del todo. Quiero que resaltes que ningún santiagueño tiene que pagar mis culpas, aquí el único responsable soy yo. También quiero que pongas que Mateo Boix es una bellísima persona. Él estuvo implicado en la causa sin tener nada que ver. Todas las coincidencias fueron producto de la casualidad. Te digo más, al señor Boix no lo conozco... jamás lo vi. La única coincidencia es que los dos somos aviadores.
¿Cómo fueron tus años en la cárcel?
-Terribles. Me atendieron bien, jamás nadie me toco un solo pelo, pero sufría muchas presiones psicológicas.
¿Por qué... de quiénes?
-Dejalo ahí.
¿Es verdad que salías de la cárcel?
-Sí, para construir mi casa que estaba levantando frente del penal, que ya la vendí. Pero tuve muy buen comportamiento, me decían que a las 19 me tenía que presentar y estaba diez minutos antes. O salía a pescar.
¿Nunca pensaste en fugarte?
-Jamás. Me lo propuso mucha gente, incluso sacarme del país, pero no quería. Yo estaba seguro de que algún día tenía que salir.
Mengo hay muchas cosas que no entiendo o no me caben después de leer todo el sumario, pero voy a permitirme preguntarte una sola.
-Dale
Dos testigos juran haber visto al cuarto pasajero del Valiant de los Caelles Tribo en Tucumán, pero ninguna persona en Santiago dice haberlo visto. Todos coinciden en señalar que en ese auto viajaban el matrimonio y su hijo, pero de vos nadie habla.
-Es que nadie puede haberme visto, porque yo jamás estuve en ese auto.
¿Pero vos declaraste que venías con ellos?
- Ya te dije me tiré mucha mierda encima y con una pala mecánica.
Mengo la última. ¿Qué pasó aquel 14 de julio de 1966?
-Solo Dios y los verdaderos culpables lo saben.
Hablaste en plural.
-Me dijiste que era la última pregunta.
Me queda una. ¿Fuiste culpable?
-Yo no maté a nadie, solo me tiré mucha mierda encima y con una pala mecánica
La Cámara estaba integrada por los doctores Humberto Palomo, Juan Carlos Rodolfi y Demóstenes Ruiz López que era vocal de la Cámara Primera y ocupó el lugar del doctor Julio Víctor Navarro que se inhibió. El fiscal era el doctor Juan R. Larguía y los abogados defensores de Mengo, doctores Mariano Utrera y José Antonio Mercado.
El expediente está viciado de groseros errores y contradicciones. Lo único que queda en claro es el testimonio de los integrantes del Cuerpo Motorizado, Marcos Esteban Padilla y Nicolás Hermógenes García, que cumplían funciones en la caminera de Belgrano (sur) y que vieron pasar al Valiant de los Caelles Tribo y luego el Rambler, verde aceituna de Mateo Boix con tres personas más, alrededor de las 17, retornado a eso de las 18 y que no lo anotaron porque no tenían planillas. Pero el testimonio más contundente fue el de una mujer, no recuerdo su nombre, que se encontraba regando en la vereda de su casa, se detuvo el auto de los Caelles Tribo y este le pregunto cómo hacía para salir a la avenida Belgrano. "En el auto iban el hombre, una mujer y un nene...nadie más". Juró y perjuró... para ahondar el misterio eterno. El viernes 27 de mayo cumplirá 80 años.
©Ramírez de Velasco y el autor
A preguntas varias que se le formulan declara: Que al salir de Tucumán de viaje junto a los Caelles , en la plaza céntrica, en horas de la mañana, había comprado en una farmacia unas pastillas tranquilizantes que cree podrían ser "Plidan". Que en la farmacia le dijeron que tome dos por día, pero el deponente hasta el momento del hecho ya había tomado seis. Dice que el dinero en efectivo que le sustrajo a Caelles no debe haber sido más de 480.000 pesos. Reitera en todo momento actuó absolutamente solo. Que abandonó el auto en Loreto y que desde allí lo trajo de vuelta hasta Tucumán un camionero.
Que en lo que respecta a la forma en que ultimó a los Caelles, el deponente no puede dar detalles con mucha precisión, pero recuerda que al pedirle al conductor que detuviera el vehículo por que se sentía algo mal, cuando el coche ya casi estaba detenido, extrajo las armas que llevaba en la cintura, disparo simultáneamente con ambas manos a quemarropa dos veces consecutivas. Que luego el deponente se aseguró la impunidad del hecho procediendo a ultimarlos. Recuerda que, en Santiago del Estero, luego de que Caelles se desocupara del negocio que tenía con su cliente Mateo Boix, prosiguió el viaje habiéndose detenido únicamente el vehículo en un kiosco para adquirir una Coca Cola y una botella de vino. Que la posición de los viajeros fue siempre la misma desde Tucumán, es decir Caelles y señora adelante y entre ambos el hijo de los nombrados; atrás el deponente al costado izquierdo o sea detrás del conductor. (Es copia fiel del expediente judicial, fojas 236/237).
Aquel reportaje exclusivo
En aquel reportaje exclusivo que le hice para el Nuevo Diario a principios de la década del 90 me contó sobre su hoy, que vivía en Tucumán, que su maravillosa esposa es santiagueña, que tiene cinco hijos divinos y que su familia es su gran tesoro. Tiene un campo de 1.000 hectáreas en Santiago, un edificio de departamentos en Tucumán y la agencia de autos: "Vivo bien, no me puedo quejar, no me falta nada, pero fui y seré un tipo humilde" me dijo. Por esa época aún vivía su padre que se dedicaba al campo familiar en Córdoba.
Selva Ibáñez de Peláez, madre del autor de la nota, en la cárcel, rodeada de reclusos |
¿De Santiago que recuerdo tenés?
-Los mejores. Yo amo esta ciudad de la que nunca me fui del todo. Quiero que resaltes que ningún santiagueño tiene que pagar mis culpas, aquí el único responsable soy yo. También quiero que pongas que Mateo Boix es una bellísima persona. Él estuvo implicado en la causa sin tener nada que ver. Todas las coincidencias fueron producto de la casualidad. Te digo más, al señor Boix no lo conozco... jamás lo vi. La única coincidencia es que los dos somos aviadores.
¿Cómo fueron tus años en la cárcel?
-Terribles. Me atendieron bien, jamás nadie me toco un solo pelo, pero sufría muchas presiones psicológicas.
¿Por qué... de quiénes?
-Dejalo ahí.
¿Es verdad que salías de la cárcel?
-Sí, para construir mi casa que estaba levantando frente del penal, que ya la vendí. Pero tuve muy buen comportamiento, me decían que a las 19 me tenía que presentar y estaba diez minutos antes. O salía a pescar.
¿Nunca pensaste en fugarte?
-Jamás. Me lo propuso mucha gente, incluso sacarme del país, pero no quería. Yo estaba seguro de que algún día tenía que salir.
Mengo hay muchas cosas que no entiendo o no me caben después de leer todo el sumario, pero voy a permitirme preguntarte una sola.
-Dale
Dos testigos juran haber visto al cuarto pasajero del Valiant de los Caelles Tribo en Tucumán, pero ninguna persona en Santiago dice haberlo visto. Todos coinciden en señalar que en ese auto viajaban el matrimonio y su hijo, pero de vos nadie habla.
-Es que nadie puede haberme visto, porque yo jamás estuve en ese auto.
¿Pero vos declaraste que venías con ellos?
- Ya te dije me tiré mucha mierda encima y con una pala mecánica.
Mengo la última. ¿Qué pasó aquel 14 de julio de 1966?
-Solo Dios y los verdaderos culpables lo saben.
Hablaste en plural.
-Me dijiste que era la última pregunta.
Me queda una. ¿Fuiste culpable?
-Yo no maté a nadie, solo me tiré mucha mierda encima y con una pala mecánica
La Cámara estaba integrada por los doctores Humberto Palomo, Juan Carlos Rodolfi y Demóstenes Ruiz López que era vocal de la Cámara Primera y ocupó el lugar del doctor Julio Víctor Navarro que se inhibió. El fiscal era el doctor Juan R. Larguía y los abogados defensores de Mengo, doctores Mariano Utrera y José Antonio Mercado.
El expediente está viciado de groseros errores y contradicciones. Lo único que queda en claro es el testimonio de los integrantes del Cuerpo Motorizado, Marcos Esteban Padilla y Nicolás Hermógenes García, que cumplían funciones en la caminera de Belgrano (sur) y que vieron pasar al Valiant de los Caelles Tribo y luego el Rambler, verde aceituna de Mateo Boix con tres personas más, alrededor de las 17, retornado a eso de las 18 y que no lo anotaron porque no tenían planillas. Pero el testimonio más contundente fue el de una mujer, no recuerdo su nombre, que se encontraba regando en la vereda de su casa, se detuvo el auto de los Caelles Tribo y este le pregunto cómo hacía para salir a la avenida Belgrano. "En el auto iban el hombre, una mujer y un nene...nadie más". Juró y perjuró... para ahondar el misterio eterno. El viernes 27 de mayo cumplirá 80 años.
©Ramírez de Velasco y el autor
Fredy que tremendo fue aquello y a tu mamá los vecinos le preguntaban si tenía miedo en el penal .Fredy que recuerdo !
ResponderEliminarY quieren hablar de que ahora hay corrupción...mamita...el abogado era Utrera íntimo de Juárez...y disculpeme amigo Aragón, a Mengo, lo INDULTO Juárez...de perpetua a indulto en pocos años. Gobernaba Uriondo cuando se cometió un crimen horrendo, q los yanquis hubieran penado con muerte, acá el niño, autor o cómplice, un asesino lleno de guita y afuera.
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