Ir al contenido principal

NORMAS La elegancia y las mujeres

Emoción de la primera cita

Cómo se comporta el hombre  distinguido con el bello sexo, qué hace y qué no se permite bajo ninguna circunstancia


El hombre elegante jamás habla de una dama ni bien ni mal, para que no se crea con su alabanza que la conoce íntimamente ni se sepa con su crítica, que es un despechado. Si alguien le pide opinión sobre Fulanita dirá solamente: “Una chica agradable”. Si es casada lo único que se permitirá expresar es: “Una buena mujer”. Y nadie sacará un sonido más de su boca acerca de esa Fulanita u otras.
La elegancia del hombre no se percibe en la manera de vestir, pues puede ser alguien zaparrastroso, que sin embargo sepa las normas del buen gusto para tratar a las mujeres o uno de esos encajados en chupines a la moda con camisa al tono, que no saben ni siquiera nombrarlas sin que suene a insulto.
Cuando le presenten a una dama, jamás dirá: “Ya nos conocemos” a menos que sea la hermana o una pariente muy cercana o querida. Siempre esperará que sea ella la que pronuncie esas tres palabras, sabe que en determinadas ocasiones puede comprometerla, así que se abstendrá de expresiones tales como: “¡Uf!, mirá si nos conoceremos con esta chitrula”.
Tampoco será muy expresivo en sus saludos, mucho menos si ella va acompañada de un hombre y más aún si es un desconocido. Siempre, en tales casos o en otros, la tratará de usted, a menos que el “usted” suene falso, en cuyo caso recién se permitirá tutearla.
El hombre elegante sale a sus citas con el dinero suficiente como para pagar todo lo que coman, tomen, bailen o se alojen. Tratará sinceramente de pagar todas las consumiciones de una noche, desenfundando la billetera rápidamente. A menos, por supuesto, que se percate de que a ella eso la ofende, en cuyo caso, le hará saber que está dispuesto a pagar todo, pero si ella así lo prefiere, irán miti y miti. En todo caso, para no arriesgarse, si anda corto de fondos, aclarará el punto de entrada, de una manera que ella no sienta que ha salido con un ratón.
Las conversaciones en una primera cita, deberán versar, necesariamente sobre asuntos intrascendentes, como gustos de cada uno, preferencias en cuanto a comidas y bebidas, asuntos insustanciales que permitirán un primer tanteo intelectual, e incluirán algún sondeo sutil sobre la filosofía de vida de la dama, a fin de no llevarse una sorpresa desagradable cuando la relación avance, si es que, obvio.
Pero jamás de los jamases, en la primera cita, se hablará de política, religión, fútbol, caballos, cacerías, boxeo o historias varias de cowboys con uno de protagonista (no hay que tirarse de Jim West, en una palabra).

Leer más: por qué la televisión y los casi extintos diarios exacerbaron las noticias sobre el asesinato de Fernando Báez Sosa, a la salida de un baile

En caso de toparse con una mujer pañuelo verdosa y abortera, indagará suavemente sobre el grado de compromiso con la causa de la muerte de niños, si es un caso grave, deberá dejar de frecuentarla para evitar futuros desencuentros. A veces convencerlas es imposible, dado el grado de lavado de cerebro que portan. Si la muerte es su lema, a qué seguir insistiendo.
Es sabido, pero debe repetirse hasta el hartazgo, que un hombre no debe hablar de sus conquistas pasadas ni siquiera bajo el paraguas de: “Esto le pasó con una mina a un muchacho amigo…”. Por ahí podría escapársele algún dato que haga pensar a sus contertulios el nombre propio de una mujer y será un error imperdonable.
La mujer de uno es “mi mujer”, la del prójimo presente “tu señora” y la del ausente, “la esposa de Fulano de tal”. En el caso de las damas, nunca dirán “mi esposo”, lo que corresponde es “mi marido y el tuyo” y “el esposo de la Fulanita”. Queda hórrido decir “mi esposo”.
Un dato importante que quizás esté algo olvidado, el masculino es “el amante” y el femenino “la querida”, oiga, ¿no le suena esperpéntico “la amante”, como dicen los incultos de la televisión? Hay escritores, escritoras y escritoros que han consignado en novelas históricas, “la amante de Fulano”, sin darse cuenta de que estaban cayendo en uno de los más feos errores de la literatura, que es confundir los tiempos pasados con el actual y otorgarles el mismo crédito.
En el caso de que la novia, la mujer, la querida o la más que amiga tenga un apodo íntimo, el hombre eletange jamás lo saca a relucir delante de terceros, esté o no ella presente. Decir: “A la Chancha, le gusta ir al cine” es de un mal gusto atroz, lo mismo si reemplaza Chancha por Bebesa, Lindura, Pastito Tierno o cualquier otra expresión amorosa. El hombre elegante no lo repetirá en público bajo ningún concepto. Después podría darse el caso de que los amigos digan: “Ahí viene el Fulano con su Ardilla Querendona”. No va, ¿no le parece?
Al hombre elegante no le importan las relaciones que hacen las prostitutas que suelen aparecer en la televisión refiriéndose a la “violencia de género”, pues nunca se permitirá ni siquiera rozar con una pluma a una mujer, menos que menos hablar mal de ella en público, insultarla en persona o someterla al agravio de recibir injurias. Tampoco la obligará con presiones psicológicas, como llaman ahora a las sutiles humillaciones que un hombre puede idear para someterla. Preferirá alejarse en silencio de su lado y morir, como dice el tango, abrazado a un rencor, antes que molestarla de lejos para pedirle, aunque sea un vaso de agua.
El hombre elegante no necesariamente es antiguo, sabe adaptarse a las circunstancias del mundo moderno, si la mujer que tiene a su lado es más rápida que gallina pasando por Venezuela, se adaptará al instante, a fin de satisfacer debidamente sus ansias (las propias y las de ella). En una palabra, no es un boludito que mira todo de arriba, con aires de pretérita, caduca suficiencia, es un hombre de mundo que ha decidido no hacer a las mujeres lo que no querría que le hagan a las hermanas, la madre, las hijas.
Eso nomás va a ser por hoy. Se podría hablar un rato largo más sobre el asunto. Pero con esto, suficiente para entender las cuitas de un hombre que solamente quiere tener la elegancia como norma de vida.
©Juan Manuel Aragón
A 12 de agosto del 2023, en la Gaucho Rivero. Jugando a la pilladita

Comentarios

  1. Muy bueno, pero me gustaría saber cuántas mujeres tiene un hombre elegante sin fama y cuantas tiene el hombre vulgar encarador? el refrán dice : hombre tímido no tiene mujer linda , ni varias . A las mujeres les gustan los hombres fieros ,sucios y ediondos.

    ResponderEliminar
  2. Sr. Juan , creo que Ud sabe muy poco de mujeres ¿ cuántas tuvo en su vida ?

    ResponderEliminar
  3. quien vea esto como algo más que un escrito juguetón se equivocó de sitio de internet...

    ResponderEliminar
  4. Jordan Peterson, un psicólogo canadiense que ha adquirido gran notoriedad al tratar temas de relaciones modernas entre hombres y mujeres, tiene muy interesantes charlas sobre el fenómeno actual de las mujeres más atraídas a los hombres vulgares de falso alarde, que a los educados y elegantes.
    De todas maneras he preferido educar a mis hijos para ser educados y elegantes, porque a la larga son los más exitosos al formar familia.

    ResponderEliminar
  5. Excelente!!. Mucho de la elegancia viene de la amabilidad y la cortesía, dos cualidades que todas aprecian.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares (últimos siete días)

CUENTO Los negros de abajo

Imagen de ilustración nomás Que narra lo que sucedió el día que en la oficina decidieron instalar cámaras de vídeo para ver qué hacían los empleados Un buen día pusieron cámaras en el trabajo. Las ubicaron estratégicamente, una en cada oficina y dos en la que le decíamos “La Perrera”. Roberto, que siempre amagaba con levantarle la pollera a la Patri, sólo para ver qué color de bombacha llevaba, dejó de hacerlo; Sonia no lo imitó más a Fallon cuando salía del baño secándose las manos con el pañuelo y Mariano, que siempre se levantaba de la silla para hacer ejercicios físicos y desentumecerse, se abstuvo de sus sesiones de gimnasia. Decían que el dueño tenía el televisor en su despacho y se divertía mirándonos. Alguno comentó, medio en serio, medio en broma, que había dicho: “Los esclavos de abajo trabajan bien, pero si se lo controla son inmejorables”. Aunque eso de los esclavos o los negros de abajo era cierto, siempre lo decía casi con satisfacción. Su oficina quedaba arriba, obviamen...

QUIMERAS El sabor del vacío

Pobre náufrago Una reflexión sobre cómo la búsqueda de gozo lleva a consumir la vida, pero nos deja a la deriva en un océano sin faro La felicidad, ese anhelo antiguo que prometía plenitud, ha sido el motor de innumerables gestas y tragedias. En su nombre se alzaron banderas, se trazaron fronteras y, no pocas veces, se derramó sangre. Porque la felicidad de unos, en su voracidad, a menudo se nutre de la desdicha de otros. Alguien, en algún rincón del mundo, mueve los engranajes del contento ajeno, y en ese girar frenético no hay sosiego, sino un eco de dolor. Con el tiempo, los herederos de esa quimera abandonaron la felicidad como meta inalcanzable. En su lugar, abrazaron la diversión, un refugio más ligero, más inmediato. Llegaron los años 80 y 90, cuando la vida se midió en una dicotomía simple: divertida o aburrida. Nadie, por supuesto, quiso quedarse en el tedio. El jolgorio, las risas, la música atronadora y las luces titilantes se coronaron como el nuevo fin del hombre. Ya no se...

1988 AGENDA PROVINCIAL Ávila

Eduardo Ávila, el hijo más conocido de Orlando El 12 de julio de 1988 muere Orlando Ávila, folklorista y director del conjunto “Los Ávila”, que deja una huella imborrable en la música tradicional El 12 de julio de 1988 murió Orlando Ávila, destacado folklorista santiagueño y director del conjunto “Los Ávila”, que dejó una huella imborrable en la música tradicional de la provincia. Nacido en Santiago del Estero, dedicó su vida a la difusión de las tradiciones musicales de la provincia, particularmente la chacarera, género que llevó a diversos escenarios del país. Su liderazgo al frente del conjunto familiar consolidó un estilo auténtico, profundamente arraigado en la cultura santiagueña. “Los Ávila” se formaron en el seno de una familia apasionada por el folklore. Orlando, como cabeza del grupo, guio a sus integrantes, entre ellos su hijo Eduardo Ávila, conocido como “El Santiagueño”. El conjunto se destacó por interpretar chacareras, zambas y vidalas, géneros que reflejaban la esencia ...

1586 CALENDARIO NACIONAL Rojas

Español en América (idea aproximada) El 15 de julio de 1586 llegó a Santiago Mateo Rojas de Oquendo, conquistador que escribió los primeros versos de estas tierras, considerado el primer poeta santiagueño y riojano El 15 de julio de 1586 llegó a Santiago del Estero, Mateo Rojas de Oquendo. Fue el conquistador español que escribió los primeros versos de estas tierras, considerado el primer poeta santiagueño y riojano. Se supone que nació en 1559, probablemente en Sevilla, según surge de sus propios poemas y se pierde noticia de su vida en 1612, en tiempos en que no todo se registraba en papel y la vida tenía mucho menos valor que en los tiempos presentes. El interés literario por su obra radica en el misterio en torno a su poema “Famatina”, que se ha perdido. El nombre completo de este poema, de veintidós cantos y de trecientas hojas, es “Famatina y conquista y allanamiento de la provincia de Tucumán desde la entrada de Diego de Rojas hasta el gobierno de Juan Ramírez de Velasco”. Es ca...

1938 AGENDA PROVINCIAL Olaechea

Olaechea (gentileza de Antonio Castiglione) El 16 de julio de 1938 muere Pedro Pablo Olaechea y Alcorta, destacado abogado, juez federal, senador y académico El 16 de julio de 1938 murió Pedro Pablo Olaechea y Alcorta, en Buenos Aires. Fue un destacado abogado, juez federal, senador y académico. Nacido en Santiago del Estero el 20 de marzo de 1855, era hijo de Pedro Pablo Olaechea y Carmen Alcorta. Su familia, de profunda raigambre santiagueña, enfrentó persecuciones durante el régimen de Juan Felipe Ibarra, lo que marcó su infancia. Estudió en el Colegio Nacional de Santiago del Estero, destacándose por su dedicación, y luego cursó Derecho en la Universidad de Buenos Aires, donde se graduó en 1879. Inició su carrera como abogado en Santiago, especializándose en casos civiles y comerciales. En 1883 fue designado juez de primera instancia en su provincia natal, cargo que desempeñó con notable rigor. En 1890 ascendió a juez federal, resolviendo casos de relevancia nacional con un enfoque...