Ir al contenido principal

BORGES La manía persecutoria argentina

Joge Luis Borges joven

Hay quienes pretenden traer al país las osamentas del genial escritor argentino, por qué se equivocan, qué es lo que podrían lograr

Una manía persecutoria de los muertos al parecer viene pegada al ácido desoxirribonucleico de los argentinos. Nos lastimamos con los huesos de los finados, los revoleamos de un lado y nos atajamos de los que nos envían los contrarios, los contamos y los volvemos a contar y acusamos siempre a los otros, de no saber sumarlos, de lucrar con las vidas de pobres muertos. Ahora se agregan los restos de Jorge Luis Borges, que expresamente fue a terminar su vida en Ginebra, Suiza, tal vez como un guiño póstumo a lo que pensaba de la brevedad de los nacionalismos, entendidos como la maternidad del amor por la patria, es decir dictados por el azaroso lugar del nacimiento de cada uno.
La patria de Borges, ya se sabe, era el ancho mundo del pensamiento, su paraíso estaba repleto de libros y en los suyos quedó impresa la memoria de una cierta clase social de Buenos Aires, de la Argentina de fines del siglo XIX y principios del XX, de una manera magistral y auténticamente suya. Era parte de un estrato social al que pocos pertenecieron, pero del que muchos se consideran parte, aunque sea por haberlo conocido de segunda mano. O de tercera, no importa.
Fue uno de los escritores que mejor mentó la vida del arrabal de Buenos Aires anterior al tango o contemporáneo con su nacimiento, empero esa descripción —se nota en sus escritos —fue adivinada o intuida más que conocida. No porque lo diga alguien, lo confesó sin ningún pudor, no tenía por qué avergonzarse y lo dejó escrito. A muchos les pareció una provocación lo que simplemente era honestidad intelectual, eso pensaba, eso escribía, al revés de la gente de los tiempos actuales, que esconde la realidad debajo de palabras sin sentido.
Como muchos otros, se quedó en el mundo de la infancia descubriendo nuevos vocablos en, al menos, los tres idiomas fundamentales de la civilización, el francés, el inglés y el español. También como muchos hombres cultos y de acción del pasado, Napoleón Bonaparte, Juan Manuel de Rosas, una de sus lecturas preferidas era el diccionario. 
El orden impreso en las palabras le permitió viajar más lejos que cualquiera de sus contemporáneos, yendo para atrás en el tiempo, a historias que, el día que murió se fueron para siempre de este mundo, porque las había retenido solamente en su memoria, quizás las había entrecruzado, dado vuelta, analizado varias veces y traducido mentalmente a todos los idiomas que eran suyos, sólo para saber cómo sonaban o investigar qué anécdotas guardaban detrás.
No es que despreciara a los argentinos, como ciertos palurdos apenas alfabetizados sostienen incluso hasta hoy. Muchos de sus cuentos son un recordatorio de la juventud de una nación que se estaba forjando entre solitarias aventuras violentas y un ansia de permanecer adolescente para siempre. No le faltó Europa que es la mitad que de la que carecen muchos argentinos que piensan a su país en términos históricos: estaba seguro de que de allá veníamos, lo tuvo siempre presente y a esa conciencia nacional se atuvo.
Por otra parte, era más o menos lo que pensaba la gente de su tiempo, purgada ya de las obsesiones y los odios de la Generación del 80, se reía de su empaque y de su sueño siempre postergado de crear una París en Sudamérica, tarea que sabía imposible.
Ahora dicen que hay gente que, por alguna extraña razón, pretende que sus restos vengan al país. El capricho argentino de tirarse con osamentas, revive en el recuerdo de cada prócer que termina sus días, supuestamente en un lugar equivocado. Lo que va a volver, en el mejor de los casos es un montón de huesos más o menos descompuestos, una calavera que no es Borges ni se le parece, salvo quizás por los ojos con las cuencas vacías.
Jorge Luis Borges no va a volver de ninguna parte, simplemente porque no se ha ido, sigue vivo en cada biblioteca o librería que alberga un libro suyo y en cada uno de los lectores que se asoman a leerlo con la curiosidad de la primera vez o el deleite de repasarlo para hallarle siempre un nuevo sentido en una palabra que parece puesta al azar, como si la hubiera dejado caer de un cuento, de un poema.
Esos huesos que quieren traer a la Argentina ni siquiera se le parecen, son una profanación huera, de la que el mismo Borges, de haberlo previsto, se hubiera reído a las carcajadas. Él creía en la mortalidad, en la finitud del alma, en un alma que se convertía en aire al morir físicamente. 
Sería paradójico, además, si trajeran sus restos al cementerio de la Recoleta.
De noche, a la hora de los fantasmas, tal vez se atraiga a los turistas para que oigan las entretenidas discusiones que mantendrá con Facundo Quiroga o el mismo Juan Manuel de Rosas, en una Buenos Aires que no es la misma para ninguno de los tres, y al mismo tiempo se mantiene igual a sí misma, en su enorme provincianía con empaque antiguo.
Pero, quién sabe.
©Juan Manuel Aragón
A 3 de enero del 2024, en Chauchillas. Bailando guarachas

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares (últimos siete días)

CRUCERO Grecia, entre fobias y silencios

El autor de la nota durante el crucero Un santiagueño, actualmente viviendo en Israel, cuenta lo que le sucedió en un crucero que hace con su familia en las islas griegas Por Matías Mondschein No hay nada nuevo bajo el sol, decía el rey Shlomo Z"L, pero al verlo en vivo y directo me llamó la atención y nos puso en alerta. Nuestras vacaciones se fueron tornando en algo "que sabíamos" que podría pasar, porque se vienen escuchando y viendo noticias desde Grecia, con antisemitismo y diferentes marchas propalestinas. Dormir siesta, salva vidas El jueves 28 de agosto en lugar de Mikonos, el crucero se dirigió a Heraklion. Se anunció que se podría bajar a las 2 de la tarde, como tenía "cansancio" decidí hacer un "siesta reparadora": que me salvó la vida. Así es, la siesta salvpi nuestra vida, como santiagueño, intento seguir la "tradición". Así que tuve unos 30 a 40 minutos de descanso, luego de las 14.15 horas empezamos a bajar para intentar ir a ...

1915 AGENDA PROVINCIAL Bianchi

Las abejas y la miel, preocupación de Bianchi El 4 de septiembre de 1915 nace Eduardo Mario Bianchi, farmacéutico, bioquímico, docente y escritor El 4 de septiembre de 1915 nació Eduardo Mario Bianchi en Santiago del Estero. Fue farmacéutico, bioquímico, docente y escritor. Creció en una familia de clase media y mostró interés temprano por las ciencias. Estudió Farmacia y Bioquímica, forjando una carrera que combinó investigación, docencia y escritura. Trabajó en la Universidad Nacional de Santiago del Estero, especializándose en plantas medicinales y apicultura. Publicó trabajos sobre fitoterapia y participó en conferencias internacionales. Fue un conferencista reconocido y colaboró en el desarrollo del Centro de Investigaciones Apícolas. Su labor incluyó cursos de posgrado y charlas en el Colegio Farmacéutico local. Cuando murió, un laboratorio llevaba su nombre. Recibió una educación que fomentó su curiosidad científica. Desde joven mostró inclinación por la química y la biología, l...

RELATO El canto perdido de la jefa de las ranas

Ilustración nomás A veces se cruzan historias de gallos rengos, mulas sanmartinianas y una filosofía de entrecasa que entra sin permiso —De todo lo que había en el pago, lo que más extraño es el canto de las ranas del verano después de la lluvia— dice Macario, acomodando su vaso sobre la mesa. Los otros lo miran, ya saben que viene una historia. Sea cierto o no, Macario siempre tiene un cuento para largar. —¿El canto de las ranas? —pregunta uno, incrédulo. —Sí, las ranas. Mirá, te voy a contar… Empieza con aquella vez, de chico, que con los hermanos y algún primo de visita decidieron pillar a la que llevaba la batuta. Los amigos, en ese bar de mala muerte debajo de la tribuna de Central Córdoba, se acomodan en las sillas y lo dejan hablar. Es que Macario ya antes les había largado cada cosa. De chicos hacían competencias a ver quién boleaba más gallinas, con boleadoras de marlo atadas con hilo sisal… El abuelo se enojó como nunca, porque le arruinaron, dejándolo rengo, un gallo de pele...

POLÉMICA Silencio forzado en la catedral

El rezo del Santo Rosario Los fieles que rezaban el Rosario en Valence fueron increpados y expulsados, desatando un debate sobre la libertad de culto En la catedral de Valence, sureste de Francia, se ha desatado una fuerte controversia tras la prohibición de rezar el Rosario en la capilla del Santísimo Sacramento y la posterior expulsión de algunos fieles. En tres jornadas consecutivas, del 22 al 28 de agosto, un grupo de laicos que buscaba reunirse para rezar enfrentó la oposición del guardián del templo y luego del propio párroco, que puso un cartel prohibitivo. Se generaron tensiones verbales, acusaciones de abuso de autoridad y denuncias de discriminación en un espacio consagrado para la oración, justamente. El primer episodio fue el 22 de agosto. A media tarde, varios fieles comenzaron a rezar el Rosario en la capilla del Santísimo. Según testigos, el guardián laico de la catedral interrumpió de forma brusca el momento de oración y exigió silencio inmediato. Cuando uno de los pres...

PARADOJA Los animales protegidos y no los hombres

Los niños, menos que animales Una norma otorga resguardo a fetos de mamíferos, aves y reptiles, pero excluye de esa defensa a los seres humanos El Reino Unido tiene una legislación que otorga un nivel de protección a los animales vertebrados en estado prenatal que expresamente no reconoce a los seres humanos. La Animal (Scientific Procedures) Act de 1986, vigente hasta la actualidad, establece que cualquier mamífero, ave o reptil que haya alcanzado los dos tercios de su gestación debe considerarse un “animal protegido” y, por lo tanto, no puede ser sometido a prácticas científicas o experimentales que impliquen sufrimiento o tratos inhumanos. Ese texto legal, sin embargo, aclara de manera explícita que esta categoría no incluye a la especie humana. La definición legal convierte a embriones y fetos animales en sujetos de protección estatal desde una etapa muy temprana del desarrollo. Se reconoce que, a partir de ese momento, el sistema nervioso de los vertebrados ya permite experimentar...