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"Ucle florido", de Hugo Argañarás |
Si usted es uno de los que quiere dejar la ciudad y empezar una nueva vida lejos, este escrito podría servirle
Hay gente que dice que le gustaría vivir en el campo, muy bien, cada uno es dueño de desear lo que quiera, sólo que a veces—o siempre—se debe tener cuidado con esas cosas, es peligroso andar pidiendo lo que no se conoce.Es obvio que cuando se dice el campo, es el campo, no un pueblo con agua corriente, electricidad, cable, gas natural, servicio de alumbrado, barrido y limpieza, verdulería en la otra cuadra y carnicería a la vuelta. Pero, ¿usted quiere vivir en el campo? Aquí van algunos inconvenientes que podría tener si se le cumple el deseo.Para empezar, deberá esperar que llueva para que se llene el aljibe de agua y tenga con qué cocinar y bañarse. En un lugar con tan pocas lluvias como Santiago, más vale que lo haga bien grande para guardar los 300 milímetros de agua que caerán, hasta 600 en años muy llovedores, con mucha suerte y viento a favor. Tenga en cuenta que deberá tener techo de chapa y canaletas para recoger el agua, y que usted mismo deberá destrancarlas cuando se le tapen de hojas y tierra. Dispóngase a sacarla balde por balde, cada vez que la necesite para cualquier cosa, desde lavarse los dientes, hacer una sopa, lavar la ropa o las ollas, bañarse, regar las plantas o limpiar la casa.
No es difícil bañarse con un balde de cinco litros de agua. Sólo debe llevar un jarrito al baño y primero tirarse un poco en el pelo hasta mojarse bien, luego se pone el champú, se termina de mojar y jabonar con dos echadas más del jarrito y, con la mitad del balde de agua que le queda, debe sacarse todo el jabón, prolijamente, parte por parte, porque no hay más. En el verano es posible que también deba arrancarse, a esa hora, las garrapatas que se le habrán prendido en las partes más blancas y suaves del cuerpo, en ocasiones de noche, a la luz de la vela.
Si es de los que están acostumbrados a dormirse bajo la ducha, cantando La vida me engañó, olvídese, allá en Jume Cáido, Algarrobo Huarcuna o Comisario Huañuna, esos aparatos le parecerán el sueño retrospectivo de un lujo asiático inalcanzable y, por supuesto, feliz.
Pero, si soluciona este problema, ¿cree que después viene su idilio con la naturaleza, los pajaritos cantan, la vieja se levanta? Es porque no sabe que el otro elemento que debe, si no dominar, al menos conocer y manejar, es el fuego. Porque allá no hay gas natural y el de garrafa, sobre que es caro, hay que llevarlo desde el pueblo más cercano, pongalé a 15 kilómetros, que vienen a ser, si no ha llovido, dos horas de ida y dos horas de vuelta, en sulky, obviamente.
Oiga, también debe llevar una bolsa de maíz para las gallinas y una damajuana de querosén para las lámparas, piense en dos o tres viajes más o en comprarse una zorra, su traqueteo es muy cansador, porque no tiene los elásticos que acomodan los barquinazos del sulky y la mula debe ir al tranco largo y no al trote porque podría volcar, pero es más cabedora, siempre que no lleve huevos, obviamente. Comprar las provisiones para quince días le podría llevar, con suerte una mañana y media.
¿Qué?, ¿va a sentarse a descansar?, ¡no amigo!, ¡qué esperanza! Sus hijos tienen que vestirse, hay que comprarles cuadernos, lápices, zapatillas y eso cuesta plata. ¿Pensó en que debe trabajar de algo para tener plata? No, no venga con que cambiará los zapallos y los choclos por ropa, porque se le van a reír en el pueblo, a las carcajadas. Por un zapallo, con mucha suerte es posible que le den tres fideos moñito. ¡no!, no tres paquetes, sino tres fideítos pelados. Cuando en el pueblo se percaten de que usted va a cambiarles gallinas, choclos y tasis por comida, entonces algún bolichero lo explotará. Como hacían con los iguaneros, que les medían el cuero con un centímetro estirado de costurera y siempre les pagaban la mitad de lo que valía.
Leer más: "Una comunidad tal, también será necesariamente antivacunas, así que todos estarán de acuerdo en que a sus chicos les agarre sarampión, polio o cualquier peste…"
Y todavía tiene todo para aprender en el asunto de criar gallinas, porque no es cuestión de darles un poquito de maíz y agüita. ¿Qué sabe de chanchos, de cabras, de ovejas?, ¿tiene idea de cómo se debe amansar un mulo?, ¿su señora sabe hacer tortilla?, ¿compró un sulky, una zorra para acarrear lo mínimo indispensable para vivir? ¿ya tiene torno para no amasar el pan con las manos?, ¿sabe hacer un mortero para darle maíz molido a los pollitos?, ¿consiguió quién le haga un horno de barro o usted nomás se anima?, ¿tiene hacha para traer leña y calentarlo?, ¿saber carnear un cabrito, un lechón, una cabra, pelar una gallina?, ¿tiene idea de cómo hay que estaquear el cuero de una vaca para llevarlo a vender al pueblo o sacar lonjas para techar un catre?
Bueno, si no tiene idea la más remota idea de estas cosas, mejor deje de soñar macanas, porque Diosito, en su infinita sabiduría, podría cumplir sus deseos para hacerlo aprender cuántos pares son tres botines o entender que el agua no se masca.
©Juan Manuel Aragón
A 26 de diciembre del 2023, en Campo Grande. Sembrando dudas
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