Roberto Arlt |
El 2 de abril de 1900 nació Roberto Emilio Godofredo Arlt en Buenos Aires. Fue novelista, cuentista, dramaturgo, periodista e inventor. Es como uno de los escritores argentinos más importantes del siglo XX, por sus cuentos, sus novelas, sus obras de teatro y las aguafuertes que se publicaban en el diario El Mundo todas las semanas.El Grupo de Boedo era opuesto a las tendencias estéticas formales del Grupo de Florida, en el que fueron determinantes Ricardo Güiraldes y Jorge Luis Borges. En Boedo fluía una corriente literaria comprometida en la crítica de la sociedad, con influencia de Dostoievski, por la elección de los temas y su visión de la concepción del destino del hombre.Roberto Arlt era hijo de una humilde familia de inmigrantes: su padre era alemán y su madre, una triestina, le recitaba versos de Dante y de Torquato Tasso. Dejó su casa cuando era joven, por las disputas con su padre. Hizo estudios elementales, pero frecuentó las bibliotecas de barrio, y comenzó con la lectura de Rudyard Kipling, Emilio Salgari, Julio Verne, R. L. Stevenson y Joseph Conrad, entre otros. Mientras, era dependiente de librería, aprendiz de hojalatero, mecánico y vendedor de artículos varios.Ya casado se fue a vivir a Córdoba, pero fracasó en su intento de mejorar la situación económica y volvió con su familia a Buenos Aires: traía el manuscrito de El juguete rabioso.
En Buenos Aires trabajó como periodista e inventor. En la Revista Popular publicó su primer cuento, Jehová, al que le siguió un ensayo, Las ciencias ocultas en la ciudad de Buenos Aires. Luego colaboró en Patria, periódico nacionalista de derechas, pero dos años después pasó a publicaciones de signo opuesto como Extrema Izquierda y Última Hora.
Luego de varios intentos publicó en la revista Proa dos capítulos de su novela El juguete rabioso, en 1926.
El periodismo fue su principal medio de subsistencia. En 1927 era cronista policial en Crítica y un año después era redactor del diario El Mundo. Allí aparecieron sus cuentos El jorobadito y Pequeños propietarios. Su columna Aguafuertes porteñas, en la que arrojaba una mirada incisiva sobre la ciudad y sus habitantes, le dio gran popularidad: eran textos llenos de ironía y mordacidad, retratos de tipos y caracteres propios de la sociedad porteña. Mostró sus artículos, cuentos y adelantos de novelas en las revistas Claridad, El Hogar, Azul y Bandera Roja.
Como corresponsal en Europa y África, escribió Aguafuertes españolas, y El criador de gorilas que son cuentos de tema "oriental".
Para muchos su obra más cumbre es Los siete locos, novela sobre la impotencia del hombre frente a la sociedad que lo oprime y lo condena a traicionar sus ideales. También escribió Los lanzallamas y El amor brujo (1932). La colección de cuentos El jorobadito reitera los asuntos de sus novelas: la angustia, la humillación y la hipocresía de la sociedad burguesa.
Intentó renovar el teatro a través de Trescientos millones, Piedra de fuego, Saverio el cruel, El fabricante de fantasmas, La isla desierta, África, La fiesta del hierro y El desierto entra a la ciudad, presentadas casi todas en el Teatro del Pueblo que dirigía Leónidas Barletta.
Desde el academicismo le criticaban sus incorrecciones sintácticas. A fines de la década del 50, su obra fue reivindicada como un logro de la literatura nacional.
El estilo arltliano es de frases cortadas o desestructuradas, incorpora jergas y barbarismos. All está la frustración de las clases populares urbanas de la crisis que culminó en 1930: sus personajes son marginados pasando por situaciones límite; el mundo cotidiano de la gran ciudad aparece vinculado con un universo enrarecido, sórdido, fantástico.
Murió el 26 de julio de 1942, a los 42 años, en Buenos Aires, de un paro cardíaco. Sus restos fueron incinerados en el Cementerio de la Chacarita y sus cenizas esparcidas en el Paraná.
A la hora de los discursos, en su sepelio, se adelantó el escritor Nicolás Olivari, y el poeta Horacio Rega Molina leyó un poema.
El 27 de julio el diario El Mundo publicó su última aguafuerte, “Un paisaje en las nubes”. Los diarios estaban en otra cosa, a Borges lo habían relegado del Premio Nacional de Literatura y los diarios se referían al desagravio por semejante destrato, caramba.
Mirta Arlt, su hija manejó su legado hasta que murió en el 2014.
©Juan Manuel Aragón
Roberto Arlt y Homero Manzi se encontraron una vez en Añatuya, trabajando como periodistas, cada uno para un medio distinto de Buenos Aires.
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