Acerca de una discusión que no terminó
¿Qué lleva a alguien a estar a favor del aborto si todos sus argumentos han sido rebatidos en las discusiones previas que se ofrecieron exhaustivamente en el Congreso Nacional? No es un pavoroso problema de salud pública de miles de mujeres que van a abortar a curanderos y mueren luego por la mala praxis de esas operaciones. No lo es. Las cifras del Ministerio de Salud sostienen que son un puñado, contadas con los dedos de las manos, las que mueren anualmente tras una práctica de ese tipo. Se ha demostrado que si se legalizara el aborto, morirían más mujeres en una cama de hospital con una intervención hecha según marcan las buenas prácticas de esas cirugías. Hemos demostrado, hasta el hartazgo, que su cuerpo es suyo y nadie lo niega, pero también hemos puesto en evidencia que el cuerpo que están gestando no es de su propiedad. Expusimos que es vida indiscutible desde el momento mismo de la concepción: no solamente no lo debatieron sino que primero afirmaron que la semilla de un girasol tiene vida a partir de que es puesta en la tierra y después querían negar que fuera humano un niño en el vientre de la madre. Casi siempre, cuando llegábamos a este punto, cuando discutíamos con gente de buena fe, no los posesos del feminismo radical y la ideología de género, cuando estábamos ahí, digo, volvían con el primer argumento, el de la salud. Un nudo ciego. De este lado de la discusión, la perplejidad ante la falta de argumentos de peso del otro, fue casi total.
Nadie puede decir que no oyó hablar a favor del aborto, porque en la televisión, en las radios, en los diarios, se repetían las mismas consignas, una y otra vez, como un rezo pagano, una y otra vez, como un rezo pagano, una y otra vez, como un rezo pagano, mi cuerpo es mío, mi derecho a decidir no es persona humana, mi cuerpo es mío, mi derecho a decidir no es persona humana, mi cuerpo es mío, mi derecho a decidir no es persona humana. Pero, ¿debatir en serio con un moderador, siguiendo ciertas reglas, entre ellas evitar los argumentos “ad hominem” o cualquier otra chicana? No quisieron. Lo propusimos varias veces, en distintos foros.
¿Entonces por qué?
Porque nos odian. Así de sencillo. Odian lo que representamos. Odian que vayamos a misa, odian que seamos peronistas, odian que seamos radicales, que seamos de izquierda o de derecha, católicos, protestantes, evangelistas, ateos. Odian que recemos, que tratemos de formar una familia, que no digamos que el fin de la vida es la búsqueda de la felicidad ni la diversión ni el disfrute, sino el cumplimiento del deber. Odian el debate, el amor que tenemos por los chicos, nuestras fiestas familiares, nuestros casamientos, nuestros divorcios, nuestras peleas. Odian el orden que pedimos, que no es el del desfile militar, que también aborrecemos, sino el de tener el colectivo pasando por la esquina de casa, más o menos regularmente para ir al trabajo sin sobresaltos, odian que nos encante ser puntuales. Nos odian porque nos peinamos, planchamos nuestra ropa, comemos carne de animales, porque vamos al cine, porque vemos tele, porque somos de la manera que somos y no vamos a cambiar.
Nos odian también porque no los odiamos,casi dicen que no van a comer carne no los obligamos, si no se bañan no decimos que huelen mal, si fuman cositas raras decimos que no queremos, muchas gracias y no nos importa, si andan de alpargatas, muy bien. No nos importa su aspecto exterior, pero nos odian porque nos cortamos el pelo.
Bueno, pero, de nuevo, ¿por qué?
Porque tenemos pensamientos que siempre fueron iguales o trataron de mantenerse así.
Muchos hemos tomado clases para la Primera Comunión y nos quedamos en ese pensamiento, obstinados. Según dicen, no quisimos modernizarnos, no nos aggiornamos, quedamos petrificados, como estúpidos, pensando lo mismo que a los 10 ó 12 años. ¿Cómo dicen ahora? Nunca quisimos salir de nuestra zona de confort, no tenemos pensamiento crítico. Militamos una religión machista que atrasa 2000 años y era vieja cuando nació, según creen. Nos quedamos en el tiempo. Suponen que apoyamos la dictadura militar sólo porque no nos exiliamos ni nos mataron, igual que la mayoría de ellos, si vamos a decirlo todo. Para peor creemos en que hay pecados y nos arrepentimos y algunas veces ¡hasta nos confesamos con un cura!
Además somos la representación acabada de aquellos delitos, verdaderos o imaginados, que sufrieron en la infancia, en la juventud o que toleró una amiga, un amigo o alguien que les contó de otro al que dicen que le pasó, pero es lo mismo porque para ellos todas esas historias son verdaderas y no las ponen en duda, su piel de cristal es dogma de fe. El padre que les pegaba, el compañero de banco que los molestaba, el abuelo que gritaba a todo el mundo en la casa, la abuela que aguantaba las humillaciones del abuelo, la madre que callaba las infidelidades del padre, el tío que los pellizcaba con lascivia en los cumpleañitos, la familia que hablaba mal de la hija de la vecina porque se casaba “de apuro”, la familia que escondía que la nena también se casaba embarazada, la madre que le daba unos pesos al hijo para que salga de noche y se la negaba a la hermana porque “para qué quieres plata vos, si sos mujer”, el tío piola que llevaba a “debutar” al nene, las pesadísimas comilonas de fin de año y las críticas cruzadas entre familias que venían después. Las madres que los llevaban a las aburridísimas misas a las que no querían ir. Todos esos somos y muchos más también.
El hombre moderno abomina de los matices. No hay grises, no hay un “sí, pero mirá que…”. Algunos entendemos que no hay en el mundo nada que sea absoluto, tajante, salvo dos o tres asuntos, la existencia de Dios, el respeto al otro, la conservación de la vida, el amor entre padres e hijos y el trabajo como única fuente de sustento. Paradójicamente la frase bíblica, “a los tibios los vomito” les ha entrado como balazo, al corazón, sin escalas. Para un profesor de historia actual, es muy difícil explicar que los unitarios y los federales no eran categorías muy precisas, sino más bien actitudes ante la política de ese momento. Les cuesta revelar que algunos federales en el fondo eran unitarios y que algunos unitarios pensaban en el federalismo como mejor forma de organización de la Nación. Para peor, las redes de internet, dicen que algo “me gusta, me encanta, me asombra, me entristece, me enoja”. Y se acabó, no hay más sentimientos que exponer. Las sutiles saudades, la añoranza de otros tiempos, la miserable ira, la dulce lujuria y la multitud de sentimientos que es capaz de causar una noticia, una acción propia o ajena, son reducidas a esas pocas opciones. El mundo se empieza a convertir en un lugar muy simple. Y más peligroso. En este contexto, ¿vamos a pedir a alguien que diga; “es lo que pienso, pero puedo estar equivocado?”. De nuevo, las redes de internet le dan a cualquiera la posibilidad de lanzar al viento sus ideas y obtener muchos “me gusta”, que son la medida de todas las cosas.
Por eso nos odian sin medias tintas, sin grises, y odian todo lo que pensamos. No es que están a favor del aborto, de hecho, muchos de los que se proclaman aborteros de la primera hora, no se harían uno ni ebrios ni drogados. Pero están en contra de nosotros y si nosotros decimos que estamos en contra, necesariamente estarán a favor.
Haga la prueba, diga que le gusta el helado de crema rusa delante de una de estas personas. Nunca más lo comerán. Haga la prueba y va a ver.
Juan Manuel Aragón
A 17 de junio del 2024, comiendo alfiñique. En Tucson Arizona.
Ramírez de Velasco ®
Este texto ya fue publicado antes en otros sitios de internet.
Muy buen artículo, Juan Manuel, que describe con total claridad la hipocresía con que se aborda el tema desde ciertos sectores ideologizados. Pensé que otros lectores compartirían sus comentarios, por tratarse de un tema que afecta a mucha mas gente que la directamente involucrada.
ResponderEliminarLamentablemente el aborto ha sido y es usado para ideologizar a la población joven, principalmente, con un falso sentido de "libertad de decisión y de autodeterminación" sin ver que el resultado directo es una mayor dependencia y sometimiento a visiones que enfrentan a las personas con los valores y principios morales que caracterizan a una sociedad que evoluciona.
Es también lamentable que esos eslóganes que incitan a la liberación y autodeterminación hacen que los jóvenes adopten posiciones basadas en sentimientos más que en un análisis meditado y racional. Como consecuencia cuando se empieza a profundizar en los detalles, surgen las contradicciones y los conflictos con situaciones que no se tuvieron en cuenta, que terminan siendo justificadas con mayores contradicciones por carecer de la fortaleza de carácter para cambiar de posición.
Considero que el debate no debe plantearse en el ámbito religioso, simplemente porque, si bien nuestros valores y principios culturales tienen su origen en la doctrina judeo-cristiana occidental, es en el plano de la moral y de los valores éticos que trascienden a las creencias religiosas, en el que se deben buscar los consensos.
También pienso que se debe evitar caer en el uso de eufemismos como "interrupción anticipada del embarazo" porque el tema tiene un nombre claro que es "aborto", que es en suma el asesinato de un ser humano.
El nazismo practicaba abortos colectivos en nombre de su visión de buscar la pureza de una raza superior aria, y así lo anunciaba claramente.
Hoy los abortos de practican porque Cristina, que es auxiliar de recursos humanos, necesita conseguir su ascenso a secretaria de recursos humanos. O porque Patricia, que estudia ciencias sociales, tiene que rendir los exámenes para recibirse y también ir a los boliches los fines de semana para aliviar su estrés. Creo que los alemanes nazis eran un poco más honestos en ese sentido.
Insisto en que este tema debe debatirse en el plano moral. No puede ser moralmente aceptable matar a un bebé antes de nacer si la madre así lo dispone, y moralmente inaceptable si la madre decide que nazca. Esa es la falacia de considerar que la madre es la que decide si un humano tiene o no valor intrínseco, cuando en realidad es la sociedad y sus leyes la que lo determinan. Si esto es cierto en el momento en que ese bebé está fuera de la madre, no puede no ser válido un momento antes de nacer. Es por ello que si alguien mata a una mujer embarazada, las leyes lo consideran un doble asesinato, porque en nuestra constitución reconoce la vida, y le da valor intrínseco desde la concepción.
En fin, el tema es complejo y requiere de mucho más análisis. Numerosos estudios y sus estadísticas demuestran que se tiene una vida más feliz y plena cuando se disfruta de tener hijos y formar una familia. Los jóvenes deberían sospechar de los propósitos e intenciones de quienes promueven lo contrario.