Discusión en Bizancio |
Cómo debatir lo que no le importa a nadie en un mundo que se desmorona
“Mientras estamos dando de comer a las palomas y discutiendo el sexo de los ángeles, el mundo se viene a pique, como en la caída de Constantinopla”, dice el Colorado, que desde que la hija estudia el profesorado de historia, siempre trae resonancias de los griegos, los romanos, los árabes, los visigodos. Tanto que Julio sabe decir que no vé la hora de que la chica empiece a estudiar historia argentina, a ver si baja a la Tierra. A ver si le podemos discutir porque, oiga amigo, quién va a estudiar historia antigua para ir al café.
Pero es Agustín el que lo frena “Avisame cuando el demundo se derrumbe del todo, cuando no haya ninguna esperanza de ganar la batalla, cuando los malos vengan por todo y no tengamos ni cómo alzar la mano para tirarles una pedrada”. El Colorado pregunta: “¿Por qué?” Agustín arremete. “Porque ese es el día para hablar del sexo de los ángeles, si son mejores las morochas o las rubias, o sobre la personalidad y el carácter insondable de los bandeños, sobre los misterios que encierran las mujeres que, sabiamente, se negaron a nuestros requerimientos”. Y remata, “¿sabes por qué?, porque el día antes del fin del mundo voy a tratar de estar pensando en otra cosa, no creas que voy a preocuparme por una batalla que está perdida de antemano”.Las palomas que todas las mañanas se asientan encima del palo del palo de a luz que está al costado del reloj del Rotary, esperan ansiosas que alguno desmigue un bizcocho para bajar de las alturas y comer lo que cae de la mesa de los hombres. A lo lejos pasa Paulino vestido de Papá Noel, pidiendo alguito. Bala mira pasar el mundo, sentado en su kiosco. Y el Colorado y Agustín, como todos los días, se han enfrascado de nuevo en una discusión que a nadie le importa.Afuera del bar, el mundo sigue dando vueltas, como desde antes de que aparecieran los primeros dinosaurios. Mientras hablamos, los españoles duermen la siesta, los chinos amanecen no hoy sino mañana, en Alemania preparan el chucrut que comerán esta noche y en la Polinesia hay mujeres que siguen posando para Gauguin, desnudas y ardientes.
¿En Santiago, pregunta? Aquí la mañana sigue pasando mansa.
Pero, digo, cerca del mediodía, con el bagre que empieza a picar a quién le importan las discusiones bizantinas.
Juan Manuel Aragón
A 16 de junio del 2024, en Casa Rosa, contando los australes para comprar un panchuquer.
Ramírez de Velasco ®
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